domingo, 20 de julio de 2014

Critca de "El abogado del crimen",de Ridley Scott.

Por:  Gisella Gastiaburú Barthé

“El abogado del crimen” es una película inexplicable. Detrás están las firmas del veterano Ridley Scott (“Alien”, “Blade Runner”, “Thelma & Louise”) y del prestigioso novelista Corman McCarthy, que se encargó del guión. En el frente, como un cartel luminoso, hay un elenco de primeras figuras de Hollywood. Por eso es muy difícil entender que este (proyecto de) thriller falle desde el primer minuto hasta el último. El abogado del crimen es una producción tediosa que está construida íntegramente con diálogos aburridos e intrascendentes que no aportan absolutamente nada a la trama central y al desarrollo de los personajes. La película dura casi dos horas y recién en los 20 minutos finales se pone un poco más interesante. Es increíble pero a Scott le llevó más de una hora desarrollar el conflicto principal y gran parte de la producción se le fue en situaciones banales. 


No hay un desarrollo de los personajes, a los que nunca se llega a conocer en profundidad, y la historia es completamente trillada. La película además presenta a Cameron Díaz en el trabajo más forzado de su carrera. Acá hace de femme fatale donde se la nota incomoda con el rol y ni ella se cree los diálogos de su personaje. Lo más irritante de El abogado del crimen es que pretende ser un tratamiento profundo de cuestiones morales y el mundo del narcotráfico cuando todo lo que ofrece es un gran despliegue de esnobismo. En la película todos los delincuentes parecen filósofos y el modo en que se expresan no es creíble. Los narcos de la vida real no hablan de esa manera ni citan a poetas cuando tienen que ejecutar a alguien. Por eso este film termina siendo pretencioso. La película es confusa y obvia al mismo tiempo, carente de ritmo y aburrida, y a veces se hunde en un limbo en el que nada sucede. Los diálogos, además, son imposibles. Están plagados de parrafadas solemnes y frases de autoayuda. En ese contexto los actores no pueden aportar nada, y en muchos casos terminan haciendo el ridículo.  La fotografía de Dariusz Wolski (colaborador de Scott y de Tim Burton) es lo único que suma una pizca de belleza.



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