Desde el inicio del filme, abruptamente visceral, con una cámara asfixiante, nos ingresa en el universo caótico, de la dependencia mutua entre Ana y Toma, contada desde la iniciación del amor en el campus universitario, hasta los primeros años del primer hijo de la pareja. El paso del tiempo, se plantea desde el punto de vista de Toma, en base a un psicoanálisis, donde se mezcla lo dual de sus sentimientos.
En un montaje que puedes pasar del salvaje descubrimiento del sexo de ambos, a ligar con una escena fecal, que Toma tiene que resolver con estoicismo.
Netzer realiza un trabajo riguroso y ambiguo a la vez, donde disgrega el amor, la presencia de la enfermedad de Ana, y la renuncia de Toma a una vida propia, y asumir su vida a la merced de Ana. ¿Quizás Toma esta tan enfermo o mas que Ana?
El universo de Toma, se pierde en si mismo, hasta el punto de buscar a Dios, para encontrar respuesta.
La cámara en mano, el plano contra plano, husmea descaradamente, mirada que el director plantea en ese universo reducido, asfixiante que componen Ana y Toma. La maestría narrativa que ofrece Netzer, es un rompecabezas minucioso, en donde nada es gratuito, cada momento del filme nos revela una conexión, de tiempo en tiempo.
Ana mi amor, es intensa, confusa y sutil, una bella pieza cinematográfica, donde el caos narrativo es el elemento axiomático, un relato que no pierde ritmo, que habla por si solo.
****excelente.
Gisella Barthé
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