El filme se narra con sutileza, colocando la cámara a la altura de la pequeña Frida, quien nos meterá en su mundo infantil, contándonos la historia desde su pueril y a la vez sensible punto de vista. Frida observa con un temor, malestar y a la vez tristeza a flor de piel, el hogar en el que va vivir.
Simón se alzo al premio a mejor dirección en el Bafici 2017, muy merecido porque denoto talento y sensibilidad para lograr hacer transmitir y entender a la niña, en su adaptación a un universo nuevo para ella. Cada plano era un engranaje entre Frida, su soledad y el proceso de asumir que ha perdido a su madre y que no volverá nunca más, aislada en las afueras de Barcelona, con esporádicas visitas de sus abuelos, tendrá que aprender a adaptarse a su nueva vida, quizás sin muchas ganas.
El manejo de situaciones, la contención dramática en la narrativa, logra transmitir ese dolor que acongoja a Frida. Ya que si para un adulto el proceso del duelo es tormentoso, para una niña es un abismo sin respuestas.
Verano del 93 esta rodeado de sutilezas, de matices, de un pudor narrativo, sin dramas excesivos. Es muy intimista, rodeada de silencios, observaciones, miradas, alguna travesura pueril que evade el dolor intenso de Frida. El espectador no deja de seguirla, en sus incomprensiones, sus arrebatos, hasta el llanto más íntimo y desgarrador.
Simón demuestra una maestría para entender el universo de los niños, y nos regala una película íntima, sincera y muy personal.
Miercoles 09 de Agosto - Cineplanet Primavera - 8:00pm
Viernes 11 de Agosto - Cineplanet Alcazar - 5:15pm
Gisella Barthé
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