El Cineclub de la Universidad Cayetano Heredia inicia un nuevo ciclo de cine este verano. Todos los lunes de febrero podrás disfrutar de una selección especial en Av. Armendáriz 445 Miraflores. Entrada libre.
Lunes 6 de febrero, 7:30 pmLas armonías de Werckmeister, de Béla Tarr (Hungría. 2000, 145’). “Y ahora, veremos una explicación que nos ayudará a comprender, incluso a gente sencilla como nosotros, el significado de la inmortalidad. Lo único que os pido es que caminéis conmigo por la inmensidad en la que la constancia, la quietud y la paz, reinan en un vacío infinito”. János Valushka, Armonías de Werckmeister (…) “Todo es mucho más grande. El ser humano no es más que una muy pequeña parte del cosmos”. Béla Tarr.
Lunes 13 febrero, 7:30 pm
Un lugar en la tierra, de Artur Aristakisian (Rusia. 2001, 123’). “La sociedad actual observa estrictamente la autonomía del espacio personal. Cada quien vive para sí. Cada uno duerme en su cama. No tan obvio, pero hay un tabú contra dormir en la misma cama; incluso, si la gente la comparte, es la excepción a la regla. Es imposible, sin embargo, imaginar una tribu donde la gente no se eche o duerma junta. Es lo tribal, primordial, pre-cristiano; si se quiere, el conocimiento sacrílego del Cuerpo de Cristo.”
Lunes 20 de febrero, 7:30 pm
El Mundo, de Jia Zhang-ke (China. 2004, 140‘). “Beijing es una ciudad llena de paisajes artificiales… La gente venida de otras partes del país tiene un rol importante en el film, que trata sobre quienes trabajan en ambientes como el Parque Temático. Las chicas haciendo danzas españolas o africanas, y algunos guardias de seguridad, todos trabajando en el parque, y además, cómo se relacionan con otros migrantes que han venido a buscar trabajo en la ciudad. El film se focaliza en cómo ese grupo de personas forma una comunidad.”
Lunes 27 de febrero, 7:30 pm
¿Qué hora es allí?, de Tsai Ming-liang (Taiwán. 2001, 116’). “Para mí, el cine es un arte de la mirada. Lo importante es lo que se quiere mostrar, y no lo que queremos hacer saber al espectador. En general, el público prefiere relacionarse con las historias, suponiendo que a través de ellas podría tenerse una cierta aprehensión de la vida. Yo pienso, sin embargo, que es a través del objeto de la mirada que se siente una emoción, y la historia que cuenta una película no tiene nada que ver con esto.”
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