Cincuenta Sombras de Grey (Fifty Shades of Grey)
Cincuenta Sombras de Grey (
Fifty Shades of Grey, Estados Unidos, 2015)
Dirección: Sam Taylor-Johnson.
Guión: Kelly Marcel.
Elenco: Dakota Johnson, Jamie Dornan, Luke Grimes, Eloise Munford, Max Martini, Victor Rasuk, Jennifer Ehle, Marcia Gay Harden.
Producción: Michael De Luca, Dana Brunetti y E.L. James.
Distribuidora: UIP.
Duración: 125 minutos.
El cine erótico siempre supo dar íconos, sin importar el enfoque
cómico o dramático. En Estados Unidos tenemos desde Betty Page hasta
Russ Meyer. Europa fue cuna de próceres, como Tinto Brass y películas
como
Historia de O y
Emmanuelle, que volvió famosa a Sylvia Kristel y comenzó una saga tan interminable como sorprendente.
El fenómeno de la novela
Cincuenta Sombras de Grey,
de la autora E.L. James. Un bombazo literario que, como suele pasar,
ahora tiene su versión en la pantalla grande. Reemplazando a su amiga
periodista, la joven y tímida Anastasia Steele (Dakota Johnson)
entrevista a Christian Grey (Jamie Dornan), un multimillonario de apenas
27 años pero con mucha seguridad en sí mismo. Al principio, la chica
reniega del inmediato el efecto que le provocó aquel encuentro, pero el
adinerado playboy la busca, y ella se deja buscar, y pronto comienzan
una relación. Una relación lejos de las convenciones, ya que el Sr. Grey
tiene gustos sexuales algo extremos, vinculados al bondage. Esta
práctica pondrá a prueba el nivel de compromiso sentimental de
Anastasia, al tiempo que entre ambos podría nacer algo parecido a un
romance.
Así como la novela no se acerca a Henry Miller o a Anaïs Nin (y para
qué mencionar al Marqués de Sade), la película nunca es ni pretende ser
El Último Tango en París, ni
El Imperio de los Sentidos, ni
Delicias Turcas,
de Paul Verhoeven, ni ninguna de las perversiones provenientes de
Europa o de Asia. Sí tiene relación con los films del director británico
Adrian Lyne, especialmente
Nueve Semanas y Media,
Propuesta Indecente e
Infidelidad.
En los tres casos (elegantes dramas con elementos eróticos), mujeres
comunes y corrientes sucumbían a los encantos de hombres con mucho
atractivo (y una amplia cuenta bancaria, mayormente), que desencadenaban
su parte más sexual o, al menos, prohibida. En la misma línea, aunque
más kistch (sin buscarlo, por lo general), Zalman King realizó las hoy
olvidadas y envejecidas
Seducción de Dos Lunas y
Orquídea Salvaje, y fue productor de
Nueve…
En los casos de Lyne y de King, ninguna de estas películas solía estar a
la altura de la expectativa y el escándalo que generaron al momento de
su estreno. Un caso similar ocurre con el trabajo de Sam Taylor-Johnson:
está lejos de justificar el revuelo generado. Las escenas de sexo
(convencional y del otro, incluyendo cuerdas y más instrumentos),
muestran lo justo y necesario, sin las imaginativas puestas en escena
propias de Lyne y sin provocar excitación en el espectador, salvo en la
escena donde Anastasia reclama a su gélido príncipe azul para que la
siga fornicando luego de que la desvirgara.
La clave del éxito residía en el casting. Dakota Johnson apenas
cumple como la dulce señorita que se deja llevar por nuevos niveles de
placer. Aun así, la hija de Don Johnson y Melanie Griffith (otrora
íconos sexuales ambos) resulta una presencia más destacada, y más
ardiente, que la de Grey. Jamie Dornan encaja en el perfil de muchacho
bonito, pero carece de la presencia y del magnetismo indispensables para
el personaje, rasgos que tal vez le hubieran aportado Matt Bomer, el
elegido por las fanáticas, o Charlie Hunnam, el primer contratado para
el rol, quien abandonó el proyecto por problemas de agenda… y por el
rechazo de las entendidas. La química entre Dakota y Dornan termina
siendo despareja, y ahí reside la principal falencia del largometraje.
El desaprovechado elenco secundario, encabezado por Marcia Gay Harden
como la madre de Grey, tampoco ayuda a mejorar el panorama.
Es posible rescatar la refinada banda sonora a cargo de Danny Elfman y la versión de
Crazy in Love,
de Beyoncé, preparada por ella misma para la película. Música más
poderosa y cautivante que las imágenes. Pese a la fallas y al ritmo
monótono y a la solemnidad del tono,
Cincuenta Sombras de Grey tiene
con qué para dejar contentas a las seguidoras del libro y a un público
no demasiado exigente.
Gisella Barthé