Texto del filme brasileño BOI NEON de Gabriel Mascaro
Boi Neon es la segunda
película del brasileño Gabriel Mascaro, la historia se centra en un grupo de
personas que trabajan en las llamadas vaquejadas, una especie de rodeo típico
brasileño donde un par de montadores, deben derribar al toro cogiéndolo de la cola.
Aquí nos narran la vida de Iremar, un vaquero rudo y a la vez sensible que se
apasiona por la costura de ropa femenina y gusta de buenos perfumes – (no
influye nada en su sexualidad), acompañado de su torpe amigo Zè, Galega, una
madre soltera que conduce un camión a la par de realizar sugestivos y bizarros
bailes nocturnos, y la hija de ella, Cacà, que se encuentra en el proceso
complejo de la transición a la adolescencia.
En esta historia no existe una narrativa tradicional, es el contar
el día a día, lo que sucede con ellos, narrado por el planteamiento de la luz,
se busca los tonos bajos, claros oscuros, que me hacían evocar a Caravaggio,
sobre todo en la escena en que los peones se bañan juntos. Una fotografía
exquisita, que va de la mano del mexicano Diego García. (director de fotografía
del último film de Apichatpong Weerasethakul, Cementery of Splendour)
El ritmo narrativo de Mascaro, es marcado por el uso del montaje de
observación, dejando que la vida pase, colocando la cámara en el lugar preciso,
captando la rutina de sus personajes, que se enfrentan a la vida diaria, sin
hogar fijo, viajan de feria en feria llevando toros. Donde ingresa el sutil
personaje del caballo, que es una división de poder entre ambos, ellos están
rodeados de toros a quienes se les maltrata, al caballo no, desde el baile que
realiza Galega con esa mascara, y el mimoso cuidado que tiene con los caballos,
a una larga escena sexual cerca del final de la película. Son todos estos
planos de innegable belleza.
Iremar no deja de soñar
con ser un modisto, al ingresar de noche a la gran fábrica textil, tiene un
deseo profundo, quizás se conformará simplemente con pasar de puntillas y de
dejarse seducir entre hermosas maquinas modernas, en puro claro oscuro. Y después
seguirá la ruta de su destino entre toros y caballos.
Mascaro es un narrador que poco le interesa la evolución
arquetípica de tramas, Boi Neón, explora el entorno activo, con personajes
auténticos, llenos de matices, con todo un mundo interior por descubrir. Esa
facilidad por dibujar líneas y composiciones arrebatadoras, especialmente en
las escenas de sexo, el potencial de planos fijos, los reflejos y las sombras
en los cuerpos desnudos, en general Boi Neon es totalmente sensorial.
Gisella Barthé
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