Samuel Jackson (Pulp Fiction) y Ryan Reynolds (Deadpool) se unen en esta comedia de acción del director Patrick Hughes (The Expendables 3).
Por Martín Goniondzki
La fórmula que utiliza Duro de Cuidar (The Hitman’s Bodyguard), con esa penosa traducción de título, es muy conocida y la vimos infinidad de veces. Nos encontramos ante la típica Buddy Movie, donde dos personas bastante disímiles se ven obligadas a convivir o armar una alianza por un fin mayor. En el cine de acción lo vimos en películas como Lethal Weapon (1987), 48 Hours (1982) y más recientemente en Rush Hour (1998) y The Nice Guys (2016). Por lo general, la fortaleza de estos films radica en la química de sus protagonistas más que en el guion o la historia que se presenta.
En el caso de Duro de Cuidar, se
presenta una premisa apenas un poco más original que en relatos
anteriores. Resulta que un prestigioso guardaespaldas, Michael Bryce
(Ryan Reynolds), recibe un nuevo cliente: un asesino a sueldo, Darius
Kincaid (Samuel L. Jackson), que debe testificar en un juicio en La Haya
contra un cruel dictador (Gary Oldman). Bryce supo estar en la cima en
lo que respecta a su trabajo, pero luego de una misión fallida se vio
obligado a tomar trabajos menores. Su exitoso pasado lo tuvo
enfrentándose a Kincaid en varias oportunidades, por lo que su relación
será tormentosa en un principio. Sin embargo, ambos tendrán sus motivos
para aliarse, el personaje de Samuel Jackson quiere obtener un trato
para lograr la libertad de su mujer (Salma Hayek) y por el lado del protagonista que compone Reynolds buscará realizar esta misión que le encarga su ex mujer (Elodie “Elektra” Yung) para volver a ganarse su amor.
Como en muchas cintas de los
’90, tendremos grandes secuencias de acción, una dinámica interesante
entre los protagonistas, y algunos estereotipos como el del villano y la
latina que compone Hayek.
Más allá de ciertas cuestiones
relacionadas a la familiaridad del relato en general y ciertos clichés,
la química entre Reynolds y Jackson elevan a la película por sobre la
media de este tipo de narraciones. La dupla protagónica logra
que escena a escena se vaya produciendo una catarata de gags y
situaciones cómicas que sacan a relucir en conjunto a sus talentos
individuales.
Por el lado de la técnica, podemos ver
la pericia del director para filmar escenas de acción. A veces, éstas
cumplirán la función de sorprender a nivel espectacularidad y otras
tantas a nivel hilarante. La edición del film también es otro aspecto a
destacar, al igual que las coreografías que se pueden ver en algunas
escenas (sobre todo las desarrolladas en los dos pequeños planos
secuencia del relato).
Resumiendo, Duro de Cuidar es un
divertimento modesto y sin grandes aspiraciones más que entretener por
medio de la buena simbiosis de sus protagonistas. No esperen
una joya a nivel narrativo ni mucho menos, pero aquellos que quieran
pasar un buen rato en el cine pueden disfrutar de esta comedia de acción
pasatista.
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